martes, mayo 07, 2024

Me siento un José Arcadio

 Primero el mayor, y luego mis otros dos hijos menores, han estado quedándose con su mamá nuestra recámara se volvió, la recámara de ellos.

 

Me fui a otra habitación, ahí tengo mi estudio, mi oficina.

 

A este lugar no tienen acceso mascotas, ni personas que no sean mis hijos y mi esposa. Es acá donde reposa y se eleva mi conciencia, donde aprendo de lo que veo y escucho. Algunas noches recibo de visita especial a mi esposa, quien dedica lo suficiente de tiempo, al incomparable oficio de “novia eterna”.

 

Una computadora, bocinas portátiles, sombreros, sandalias, mancuernas, libros, cámaras fotográficas, micrófonos y otros cachivaches y chacharas son mi diaria compañía.

 

Paso acá las reglamentarias horas de dormir, y otras muchas leyendo, viendo algunas películas o entrevistas en el monitor de la computadora.

 

Me hace bien tener un lugar así.

 

Desde acá escucho los sonidos de los autos en la calle, los sonidos del altoparlante de las tiendas, farmacias y carnicerías aledañas a nuestro domicilio, acá se oyen los silencios nocturnos, interrumpidos por los maullidos o ladridos de las mascotas de mis vecinos, y mis pensamientos.

 

Yo, que de pequeño viví en una casa donde no teníamos más que la cocina, un sanitario, el tanque y sus pequeños lavaderos, y la habitación que era multifuncional compartida con mi madre y mi hermana a todas horas. Aprecio este lugar.

 

Me recuerda a mi cuarto de soltero. Aquel donde tenía prendido a las paredes de ladrillos sin repello, unos carteles y pañuelos con insignias de rock y revolución; ya no los conservo. Hace 16 años estoy en feliz matrimonio, pero lo que si conservo es esa sensación de holgura, libertad y complacencia.

 

Me despierto cada día, y voy a darle los buenos días, desde muy temprano a mis hijos y a mi amada.

 

Familiares o amigos que ocasionalmente nos visitan, curiosean a veces nuestros estilos de vida, se sorprenden cuando, Vicky dice esta es mi recámara y aquella otra, es la de mi esposo.

 

Mi mamá vino un día y cuando se enteró dijo, así como dormían mis papás, al estilo Comitán.

 

Me llaman y yo respondo, acá estoy. No estoy haciendo otra cosa que estar en mi habitación propia.

 

 Me siento un José Arcadio.

viernes, mayo 03, 2024

Me gustaba el cine Chiapas 70

 Siempre sentí fascinación por el cine, ahora producir cine, pero antes solo verlo. 



Tendría yo unos 20, o 21 años, vivía en Tuxtla y gustaba de ir al cine. Los de categoría se encontraban en la planta baja edificio de enorme altura, a espaldas de la Catedral de San Marcos los demás por las calles aledañas El alameda, el Rex , El Vistarama y el Chiapas 70. 


Observé que un boleto te valía para las dos funciones, es decir siempre estaba al dos por uno, cinco pesos por dos películas, las películas no eran malas, eran las del nuevo cine mexicano y otras de moda hollywoodense, por ese precio era una ganga, por eso asistían familias enteras, grupos de amigos, parejas y muchos como yo solitarios. 


Al ingresar estaba la persona que te recibía los boletos, lo partía en dos. Entre una y otra película, algunos que solo le interesaban la primera función se iban, pero otros como los fumadores que solo querían fumar, tenían el permiso de salir, y entrar mostrando el boleto cortado a la mitad.  


Me gustaba el cine Chiapas 70, por su ubicación, por el diseño, por el tipo de películas familiares que daba, casi siempre de comedia y drama, y sobre todo por su precio, las butacas no eran cómodas, pero eran de cine de los de tiempos mejores. 


Cinco pesos, era el equivalente a 4 o 5 chicles. Eso costaba el acceso, y por supuesto, los tenía al alcance, pero podía más la tendencia a la chapucería. 


En las paredes de los pasillos en la parte exterior de la barrera con palanca giratoria que limitaba la entrada, estaba además de la taquilla los carteles o posters de las películas en exhibición y sus precios. Una vez que vi que uno de los espectadores se marchaba, le pregunté si me regalaba su medio boleto de cine, que iba a tirar, con ese, ingresé esa vez, y esa acción fue repetida una y otra vez. 


El boletero, una persona entrada en años, no me dijo nada, aunque sospecho que tuvo un ligero presentimiento, que por el mucho trabajo que tenía, no alcanzó a reflexionarlo [Supongo]. 


Y a la semana entrante de nuevo, funcionó la estrategia. Así que yo iba al cine a ver la segunda función gratis. 


Por esos días surgió el cambio de semestre, yo me fui a casa de mis padres a dos semanas de receso escolar, y cuando volví, de nueva cuenta feliz volví a la rutina de sinvergüenza. 


Yo había guardado en un libro la mitad cortada de mi boleto regalado. Al dárselo a don cómosellama, me detuvo con firmeza diciendo, este boleto no lo compraste, y, yo con cara de ¿qué se hace en estos casos? Pequeña pausa de por medio, de análisis de la circunstancia, acepté que no, que sí, que no lo había comprado y amablemente me dijo, ve a pagar tu boleto y entras.  


Supe que se había dado cuenta, porque en ese intervalo de tiempo que dejé de ir, los boletos habían cambiado de color. 


Pagué mi entrada. 


jueves, abril 25, 2024

Me sorprende la inteligencia artificial.

 Me ayuda para saber si debo estar hidratado, si la presión funciona de manera regular, si los latidos por segundo son los correctos, si… ¡es un esclavo! ¿O, nosotros lo somos?  


El fascinante reino de la inteligencia artificial es muy atractivo. El futuro es hoy. 


Me informo a través de sitios web con información fidedigna de algunas de sus ventajas. 

Puede aumentar el conocimiento. 

Ya lo ha demostrado la IA de DALL-E 2, Stable Difusion, Midjourney, entre otras herramientas, generando imágenes originales a partir de descripciones textuales.

Puede ayudarnos a tomar decisiones. 

Con los datos que hemos proporcionado, nos genera predicciones y por ende recomendaciones precisas sobre nuestros gustos y expectativas. 

Puede ayudarnos a salvar vidas

Con los diagnósticos más precisos y asistencia en cirugías complejas. 


Se fantasea con lo mucho que podrá hacer próximamente y a la vez se teme que genere desempleo y mayor dependencia, pero tampoco es del todo malo. ¿O sí?


Es importante abordar los desafíos éticos y sociales que surgen con su desarrollo para asegurar que sus beneficios sean accesibles para todos.


He tenido algunos escepticismos y resistencias que se han diluido con el paso del tiempo con respecto a las oportunidades de la inteligencia artificial. 


Por lo pronto un brindis y un aplauso para la I.A. 


¡Por todo lo que puede, y no puede ahora y nunca podrá, también! 


Salud!


martes, abril 23, 2024

Yolanda

 Cuando creé mi cuenta en el Facebook lo primero que hice fue buscar entre los usuarios a Yolanda, aunque ya estaba yo casado.

 

Yolanda no era una gran belleza, no tenía exuberantes atributos, pero representaba el gozo sexual de aquellos días de juventud cuando el futuro ni por asomo, asomaba su horizonte.

 

Aparecía rara vez en mis sueños, pero siempre me dejaba el sabor de su exquisitez en la memoria. Por eso la busqué.

 

Era curiosidad por su destino, era curiosidad por repetir el encanto de nuestros encuentros, en los que nos derretíamos como hielo sobre brasas, teniendo y reteniendo nuestros cuerpos apasionados, sobre la cama o cualquier superficie.

 

Yo me había ido, yo había provocado la separación, pero eso no obstaba en tener el capricho de saber de ella.

 

Mi matrimonio definitivo fue desarrollándose sin imprevistos. Karen tenía como meta envejecer a mi lado, y se empeñaba en lograrlo con valor.  

 

Yo era el irreflexivo que buscaba las concupiscencias en otros cuartos, como un desconsolado. 

 

Yolanda no aparecía en la red social.  ¿Por qué la quería encontrar?... ¡Por antojo!

 

Como el que aprecia el paisaje de enfrente y lo quiere conocer, porque lo ve interesante.

 

Me preguntaba si sus pensamientos volarían hacia mí en momentos de soledad, o si su risa aún resonaría en las paredes de su hogar, o si sentía coraje hacía mí, odio, desprecio, ira o ternura.

 

No sé cuantas veces la busqué en las redes, veía si algún amigo en común me daba alguna pista de su paradero, pero no ocurrió. 

 

Años después cuando mis ilusiones de encontrármela en las redes se habían rendido, me envió solicitud de amistad, reaccioné con profundo interés. Le escribí un mensaje, pidiéndole y dándole mi número telefónico.

 

Nuestra conversación fue cortés. Yo no dejé pasar la oportunidad de hacerle algunos piropos y manifestar mi interés por revivir la chispa de aquellos tiempos.

 

Le pregunté si me había olvidado. Le dije que no había dejado de pensar en ella, y que me sentía atado a ella como en un hilo invisible, y ¿Si, sería posible que nos encontrásemos para ponernos al corriente, y todo lo demás?

 

-          ¿Qué es todo lo demás? – dijo

-          Mis movimientos sexys – Le respondí entre risas.

 

Me contó que le había costado mucho aceptar el pasado. Aunque fructífero en la economía, el presente, no era armonioso, su pareja le era infiel y ella lo sabía.

Tenía dos hijos y el trabajo en su minisúper en la periferia de Tuxtla, le agotaba demasiado, y que si, que podríamos vernos, aunque solo unas horas, pues “no tengo ningún pretexto para andar sola en la calle tanto tiempo”.

-          Dile a mi socio que vas a ir a Zumba- Le propuse.

-          Jaja ¿Yo a Zumba?... mejor le digo que voy a ir al psicólogo.

-          ¿Porqué?

-          Porque he ido al psicólogo por unas charlas para fomentar el perdón.  

 

Le dije que no era sencillo tampoco para mí, pero que cruzaría los montes, los ríos, los valles por irle a encontrar.

-                 

Agendamos una fecha, y el típico lugar de encuentro de los enamorados, en Tuxtla: “La Catedral de San Marcos”.

 

Mientras me acercaba a lugar, dudé si le gustaría yo aún, ya con algunos kilos encima, con algunas arrugas y escasez de cabello.

 

No demoró mucho, la vi llegar de la mano de una niña de 10 años, pasó frente a mi de largo a la iglesia, la seguí. Ahí la saludé como si nos acabásemos de encontrar por casualidad.

 

La madurez le estaba sentando muy bien, su risa el mismo oasis, la mirada seguía siendo candorosa, y esa espalda tan equilibrada a sus caderas, que reconocería hasta en el propio cielo.

 

La niña no dejó de interrogarme ¿Quién era y a que me dedicaba?, a lo que simplemente dije: Soy Nicolás Bravo y estoy acá para venderle unas telas a tu mami.  

 

Caminamos al café más cercano, siempre con la mirada inquisitoria de su hija. Pedimos algún entremés, y cuando nos lo sirvieron para que nos quedásemos solos un momento, ella le ordenó a la niña que fuera a lavarse las manos.

 

Después de un arrebatado beso le dije, ¿Cuándo podré darte todos los besos en los lugares que mereces? - . 

 

Para no dar rastro de sospechas a la niña comimos y bebimos entre silencios y frases muy cortas.

 

Nos despedimos con la promesa de repetir y alargar nuestro encuentro en una estancia solitaria.

 

Le seguí escribiendo por mensajería, pero no encontraba ya el ímpetu en sus respuestas.

 

Dos semanas después, me dijo que era imposible que nos volviésemos a ver. El párroco de su iglesia, su consejero sentimental, le había advertido de los peligros de la deslealtad a su cónyuge y que prefería seguir los caminos de la confianza en el amor del él. 

 

No quise insistirle. Tal vez era un aviso del cielo para mi supervivencia. Pero si me enojé con ella, con el cura y conmigo.

 

La bloqueé de mis contactos.  

 

lunes, abril 08, 2024

La literatura como refugio

 

Construimos casas para guarecernos de las inclemencias del tiempo. Una casa proporciona descanso, seguridad, esparcimiento.

 

Es un espacio seguro el hogar, sea del color y el tamaño que sea.

 

Cuando sentimos una amenaza, pensamos en llegar a casa, añoramos el ansiado momento de encontrarnos en la comodidad de la casa.

 

Hay un espacio personal. Sin ser conscientes de ello, tenemos un lugar preferido, puede ser un pasillo, un jardín, la sala, el comedor, la cama, un sitio dónde se puede encontrar la conexión consigo mismo y con el entorno.

 

Ahora un ideal para cualquiera es estar a la sombra de una palmera, en una hamaca, con un coco en la mano, mientras el sonido del viento le acaricia o le despeina, a todos nos gusta esa paz.

 

Debido a la vida acelerada a la que nos ha conducido la modernidad, ya nadie tiene espacios de paz. Con la aparición de la vida digital la sociedad tampoco se permite estar aburrida, cliqueamos con obsesión algo que nos libere del encierro de la ansiedad, la paciencia se ha esfumado y el aburrimiento está por jubilarse.

 

Dedicamos varios minutos e incluso horas durante el día a asomarnos virtualmente a la vida de otros, a los temas supuestamente divertidos, que nos alivie del aburrimiento, pero que en opinión de científicos sociales, el aburrimiento siempre ha sido generador de curiosidad, y la curiosidad a su vez, detonante de descubrimientos, innovaciones e inventos sorprendentes. 

 

La capacidad de asombro nos ha rebasado, hemos visto o escuchado todo tipo de situaciones dramáticas. Nos hemos convertido en sujetos adictos a las emociones, y cuando esas emociones generadas por la adicción a la vida digital, dejan de estar sufrimos, porque ya no sabemos qué hacer con tanta realidad.

 

Demasiada realidad es un peso insoportable para cualquiera.

 

Por fortuna existe la literatura.

 

La literatura nos conduce apaciblemente a la paz, o intensas emociones, siempre desde un lugar seguro, la ficción.

 

¿Cómo llegar a la literatura?, ¿Cómo refugiarse en ella?.


*Buena pregunta… ¿eh?. Pequeño conflicto en el que me he metido reflexionando estas preguntas.*

 

Si la realidad te parece de un peso insoportable, está la literatura para resistir.

Si nos sentimos discriminados por la élite, está la literatura para consolarnos.

Si nos aburrimos, está la literatura para reinventarnos.

Si nunca descansamos, está la literatura como terapia.

Si nosotros mismos no nos toleramos, está la literatura para respetarnos.

Si, del alma parece que enfermamos, está la literatura para refugiarnos.

Si del mundo estamos extraviados, está la literatura, siempre está la literatura.

 

Y ¿Cómo llegar a la literatura.

 

Como se llega a disfrutar de la belleza de un atardecer, como aspirar brisa fresca, como bañarse en aguas cristalinas, cómo estar bajo la palmera de cocos en una hamaca, se llega llegando.

 

Los animo y les convoco a apagar de vez en cuando la vida digital, y encender la literatura.

 

Encender el hábito de leer, es conocer a un amigo silencioso y amable. 

Un placer embriagador que no marea.

Un amor que no es tóxico…intenso y alegre todo el tiempo.

Una casa segura, pero con las puertas abiertas.

Salud!.

 

#EsdrasCamacho

jueves, marzo 14, 2024

El deporte y otras artes es evasión

  


No me he formado para competir en ninguna disciplina, no me he aventado del Bungee, no he buceado a profundidad, no he cazado animales, no he me he subido a globos aerostáticos y ni ganas tengo.


Aunque mis hijos practican artes marciales, en mi familia no somos aficionados a ningún deporte. Aun a pesar de eso tenemos lo necesario para la práctica de varios.


Ocasionalmente salimos todos o de manera individual a dar vueltas en bicicleta, ascendemos alguna elevación rocosa, vamos a la alberca o caminamos, pero no más allá.


Soy una persona que disfruta de la aventura, pero también del reposo, un hombre citadino más cercano de lo segundo que de lo primero, no obstante, vivo imaginando escenarios en los que se nos permita tener libertad y sus beneficios, precisamente eso es la respuesta porque de manera recurrente, solo o acompañado voy al Volcán Tacaná, y con todas las peripecias, camino 8 0 9 horas, un trayecto de 4100 metros sobre el nivel del mar.


Me sorprende y admiro las habilidades físicas de varios deportistas.


Experimento placer al practicarlos, pero no me apasiona.


Sé de los beneficios del cardio, pesas, alimentación balanceada, movimiento, si lo sé. Por eso algo de mí, me arrastra cada cierto tiempo al extenuante esfuerzo de escalar, o hacer algo hasta cansarme.


Me anoté en un curso de natación hace años, y si me gustó.


Si sé de la adrenalina ha sido por el amor, si sé de la dopamina ha sido por la risa, si sé del cortisol, ha sido por el estrés, laboral, sobre todo.


He visto a gente que se considera superior por practicar un deporte, y si lo son, en su área, pero no es básicamente necesario para sobrevivir, a menos que estemos en un coliseo romano.


Platicando con un afamado basquetbolista veterano en el parque de mi ciudad, le dije, ¿A qué dedicó sus años?, de inmediato me dijo, a mí, me gustó mucho el deporte, a eso, si trabajé ahí de mandadero, de velador, o de cobrador, pero lo mío era el deporte.


El deporte y otras artes es evasión, se practica con obsesión para olvidar algo, pienso.


Hay un meme que dice, si practicas deporte, vivirás 5 años más que el promedio de tu generación, pero esos 5 años, te la pasarás viviendo, de y para el ejercicio.


No bailo, no soy seductor asiduo, nunca lo fui, no me atasco en las cantinas, si he sufrido amores tormentosos, pero tampoco hasta morir, me ilusiona la belleza aquella que proporciona ternura, consuelo.


El único deporte extremo que practico ocasionalmente, es dar mi opinión sobre cierto tema.


Yo creo que tengo depresión.


 

miércoles, marzo 13, 2024

¿Hasta dónde me acuerdo?


Ignoro si cuando nací hubo sol, o lluvia. Si me lo dicen, lo imaginaré. Quizá se equivoquen. 

Hay información que se pierde. Intrascendente. 


En los diálogos matutinos con mi hijo Me hace saber que se acuerda de cuando era bebé. Y me pregunta 

- Tú te acuerdas cuando eras bebé. 

- Yo. No. 

- No te creo. 

Concluye. 


Su afirmación me parece ingenua y profunda. La exquisités de sus diálogos son porque aún no habla con claridad. 

Más tarde vengo a la computadora, y pienso, ¿Hasta dónde me acuerdo? Me dijeron el domicilio contiguo donde nací, había música de algún cantante de la época (1978) que cantaba a viva voz y mi madre sufría los dolores del parto. 


¿Quién me recibió?


Me contó mi mamá que la señora se llamaba Mercedes, y venía a ejercer de partera por unos módicos 150 pesos. Que antes, mucho antes a las parteras se les terminaba diciendo de cariño “Abuelita”, y ahora que lo analizo, ¿Porqué se perdió esa costumbre? Debió ser instaurada legal. 


Algunas veces pasábamos con mi madre de la mano por la casa de la partera y me decía, un día de estos, vendremos a traerle algo. 


Siempre digo que he olvidado todo de mi niñez, recuerdo muy poco. Quizá elijo olvidar. 


Los eslabones de mi personalidad están fragmentados, por lo que recuerdo, por lo que me han contado y por lo que imagino. 


Imagínate ser “Funes el Memorioso”, personaje que nos narra J.L. Borges y describe la memoria perpetua. 


Me libro de lo que me atormenta y reverencio lo que es agradable y significativo. Pero también me invento. 


Lo primero para la consciencia, y lo segundo para la inconsciencia. 


Tal y como me enseñó el gran García Márquez, Si “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”.  


De eso se trata, siempre, no del qué, sino del cómo. 


Salud! 


martes, marzo 05, 2024

Antes de partir

El año 2020 fue de conmoción para la humanidad.

 

La oleada de infecciones cardio respiratorias proveniente de un país asiático, llegaría a todo el mundo, en forma de pandemia. Autoridades científicas que declaraban estar ante un ensayo del fin del mundo. 

 

Las escenas pesadillescas donde se veían hombres ataviados con singulares trajes impermeables de protección del cuerpo depositar diariamente, decenas o centenas   de cadáveres de víctimas contagiadas, en fosas comunes.

 

A nivel mundial a fecha de 8 de agosto de 2023. Hasta ese día se habían contabilizado aproximadamente siete millones de muertes debidas al virus, de las cuales 5.272 ocurrieron en China, lugar en el que se originó el virus.

 

La gente bajo encierro, las calles vacías, empresas en quiebra, comercios cerrados, angustia y pánico, el mundo en zozobra, era el panorama. Se habían prohibido los besos, los abrazos y lo saludos de mano.

 

Al ser una enfermedad nueva, se cometieron errores y malos diagnósticos. Aumentó la demanda de respiradores artificiales, pacientes con pulmonías, eran confinados con los demás, de todas formas evolucionarían hacia el mortal covid-19.  

 

Tuve conocidos que, de solo pensarlo, sin haber padecido los síntomas, fallecieron infartados.

 

Estar vulnerables ante el covid-19 era como estar ante un inminente incendio de tu hogar, demasiado ingenuo no tomar medidas, ante la emergencia.

 

No hubo opción, o te vacunabas o eras señalado de enfermo, terrorista. Se sospechaba del otro, se desconfiaba del contacto visual incluso. Por eso Vicky, y yo nos vacunamos, en el 2021.

 

“A mediados de marzo de 2023 más de 5.500 millones de personas -el 71,3% de la población mundial- ya estaban vacunadas con al menos una dosis”.

Fuente::https://www.rtve.es/noticias/20230313/vacuna-coronavirus-mundo/2073422.shtml

 

Voces de connotados intelectuales, divulgaban en menor proporción las consecuencias de la vacuna incluirían un microchip 5G que permitiría el monitoreo individual desde dónde hemos estado y con quién, hasta la temperatura de nuestros cuerpos.

 

Lo hicimos y nos sentimos parte de “los elegidos”, porque incluso para regresar al trabajo, se nos pedía el certificado de vacunación.

 

La evidencia no científica,  distinguía que varios de los vacunados, fallecían, aún con la vacuna. La paz no llegaba. Lo que llegó fue el olvido.

 

Pero la enfermedad no descansa y vuelve a amenazar en el 2024 a la humanidad.

 

Si hay efectos secundarios por la vacuna, o no los hay. Será lo que será. Estamos de un lado, bifurcados por la élite.

 

Reflexiono: No hay un único fin del mundo, hay muchos.

 

Todos los días para alguien es el fin del mundo.

 

Si de algo hay que ocuparse antes del fin, es de vivir. No lo vea con tintes melancólicos, haga su lista de cosas por experimentar antes de partir.

 

 Cuídese, sí, pero también disfrute. El miedo mata más que la enfermedad.

 

Antes de partir. Disfrute.


martes, febrero 27, 2024

Un sueño

Una sensación punzante me sobresaltó, este lunes por la madrugada cuando desperté en el camión que viajé 5 horas, dormido sobre mi clavícula, mi cabeza inclinada en forma de jaque mate.

 

El despertar ocurrió justo cuando el autobús pasaba por la ciudad donde debía bajar, y que yo debido a mi tristeza en el sueño soñado, ansiaba darle solución y remedio, volviendo a soñarlo.

 

Con los ojos semiabiertos vi la hora el reloj y comprobé que era mi ciudad, si no bajaba, la próxima parada sería 30 kilómetros, después.  Aprisa solicité mi descenso. El conductor contestó algo que no atendí, pero que agradecí, fuera lo que fuera.  

 

Complacido saboreé que solo fue un sueño.

 

El jueves pasado, antes de mi viaje mi guapa, me visitó en la alcoba, pero estaba indispuesto a causa de un resfrío, quedamos de intentar el encuentro en cuanto me repusiera.

 

A causa de un imprevisto menor, me ausenté de casa por tres días. Aunque diariamente mi guapa me reseñó vía telefónica las vicisitudes del cuidado del hogar.

 

En el sueño mi guapa, se había entrevistado con cierto general de caballería, hombre atlético, alto, joven. Los hallé de pie con los dedos entrelazados sobre el toldo de un vehículo, como en las películas, la situación era hermosa, ella de largos rizos, (cabello castaño en mi sueño) vestido plateado largo de cuello V. Ambos sonrientes advirtieron mi llegada y lo tomaron tan casual, que sentí raro que no se perturbaran.

 

Yo estaba alterado, con palabras enfáticas le recriminé el asunto, ella no dejo de sonreír, y me hizo saber “es lo que ves”. Cuando se vino conmigo reparé en la amplia sonrisa de triunfador de mi rival.

 

Mi conmoción era la templanza de ella, la frialdad, la falta de empatía a mi sentimiento, mi desengaño, o sea, lo esperado, era el arrepentimiento, la disculpa, la explicación, el argumento donde intentaría excusarse de la falta a la fidelidad y nuestro compromiso matrimonial. Eso.

 

¿Qué me llevó a soñar tal suceso? Medité.


Diseccionando mis pensamientos, en busca de conexiones en la realidad, encontré que el domingo sostuve una charla telefónica con Salomé, amiga de todas mis confianzas, en las que me hizo saber que era asediada y seducida por un conquistador, supuesto amigo de su esposo. Rememoró diálogos con detalle, en las que veía la vulnerabilidad de ella, aunque remató: “yo solo estoy jugando”.

 

Recordé que en un tiempo lejano sostuve una relación fugaz. Gisell me contaba el cortejo que tenían otros cuando me separaba de su lado. La forma en que me la contaba era desvergonzada, las pretensiones eróticas eran además de explicitas, veloces.  “¿Para qué me dejas sola?” Me decía, y yo pensaba, esa no es la respuesta.

 

El sueño me estresó. Deseaba pronto estar con mi guapa, tan integra, tan sencilla, tan real.  

 

 La guapa y yo, hicimos el amor; me siento recuperado.

jueves, febrero 15, 2024

No consumo terror

 Platicaba yo, que no me gusta el terror. 

¿Qué necesidad de sufrir?

Al parecer hay una descarga de adrenalina que necesitan, cierto estrés placentero. 


Supongo es un ensayo, por si pasara en la realidad. Pero el hecho es que la mayoría de las cosas negativas y apanicantes que vemos en las películas o leemos en los libros no pasan. ¿Entonces?


  “No consumo terror, y llevo años sin tener ninguna pesadilla”, me dice mi hermana y coincido plenamente, no sé soñar feo. 


Tampoco me subo a los juegos mecánicos que zarandean y desde las alturas provocan vertiginosas caídas. 


Una vez, entré a la casa del horror en la feria, y no lo disfruté. 


Mis ancestros vivieron situaciones de alta peligrosidad en realidad, que no me dejaron nada, para ese tipo de emociones. 


Leyendo sobre los efectos de la atracción al miedo, descubro que tienen un “subidón” de placer, como un triunfo después de correr o ser campeón en los combates. 


Dicen que el miedo es estimulante, pero suficiente estímulo tengo yo con mis deudas. Guardo mis reservas de dopamina para euforias distintas. 


¿Servirá de algo entrenar con tu sombra, si no eres boxeador? 


Además, por ahí dicen que es muy cierta esta frase: El temor es como un imán que atrae hacia a ti todo a lo que tú le temes. Entonces si no lo quieres, no lo ensayes. 


Punto menos a lo fatal.  Yo puro namaste a  la belleza.  


viernes, febrero 09, 2024

Vos, sabés

 Centroamérica tiene más relevancia de lo que se le ha otorgado. Los habitantes del sur tenemos ese conocimiento intrínseco, esa intuición. Su grandeza, intelectual, material e inmaterial ha sido acallada. 


La historia largamente aprendida y repetida en las instituciones educativas [Desde la conquista a la fecha] señala que el orden civilizatorio castellanizante en América es lo valioso, noble y perenne. Cualquier expresión que no esté en la normatividad está desacreditada. 


Y sin embargo persiste, oculta, herida y como un rencor sordo, la raíz de la conciencia.


Lo esencial.  


Hasta los ochenta en Motozintla la oralidad de sus habitantes era rica en expresiones nativas, propias de la región de Centroamérica, yo hablo desde mi experiencia, lo que me tocó ver. 


El conflicto vino cuando el hablar así, significó degradación a la vista de los demás. Como una eterna evangelización y domesticación se dividió entre lo de buen gusto y fino, y lo corriente y lo vulgar. 


Aun hoy el abuelo de mis hijos, Don Flavio, de vez en cuando va a buscar al mercado sus “manías”, y mis hijos se preguntan ¿Qué es?, más o menos les queda claro cuando lo ven regresar con la bosa de cacahuates tostados. 


Palabras retraídas, cargadas de significado, repletas de sentido común, sublimes. 


Decía mi abuela “Andá a ver si ya se recordó tu abuelo, y si no haces favor de recordarlo”. Recordar es el acto de despertarse, como si de una dimensión extraña se tratase estar dormido. 

 “Y vos, hijito de quien sos”, cuando llegaba a casa un desconocido. 

“Peináte pashtuda”, le decía mi bisabuela a mi hermana cuando pasaba cerca de ella. 

“Me voy a sentar un rato porque harto que me duelen mis canillas, y más al rato, ishto, ahí andás por un mi salaldrios, a ver si me mejoro, porque toda embotada que estoy”. Decía mi abuela, cuando se sentía cansada y con indigestión. 

“Ay no tatita”, cuando no se daba crédito de un hecho sorpresivo. 


Ahora ya no se escuchan, para no parecer desadaptados. 


A veces pregunto si alguien de mis conocidos tiene frases así, y todos niegan, argumentan que aquí jamás se habló así. La desunión debilita, y había que debilitar Centroamérica.  


El rompecabezas está desecho.  


¿Vos, sabés algo de esto?


jueves, febrero 08, 2024

¿Sabes porque me gusta viajar?

¿Sabes porque me gusta viajar?

 

Yo recuerdo aquel texto que decía que un día la muerte decide ir por una persona y viaja en tren, pero debía volver a cierta hora, porque no había más que dos corridas a horas precisas. Descendida, la muerte va a donde debería encontrarse Francisca, pero ella se había ido a sus cultivos, sabedora de que tiene aún buen tiempo para cumplir su trabajo se encamina con paciencia a buscarla, pero cada que llega a ese lugar, Francisca se ha ido. Así fatigada al final de su jornada y cansada, vio su reloj y prefirió irse antes de que la dejara el tren y Francisca despreocupada continuó ajetreada en sus quehaceres.

 

Asi pienso yo debo de estar siempre, por eso me gusta viajar, y escuchar mientras tanto en mi mente el estribillo de: “Volando vengo, volando voy Deprisa deprisa a rumbo perdido, Cuando me buscan nunca estoy. Cuando me encuentran yo no soy” de Manu Chao.

 

Amo viajar, pero si por razones de tiempo y economía no me es posible, juego a viajar.

 

¿Cómo es eso?

 

Sal de casa, mira como si hubieses vuelto de un largo viaje, como si no reconocieses fácilmente la calle donde vives, explora cada detalle, color y sombra de la arquitectura. Explora y descubre los sonidos cotidianos, como si fueses un visitante. ¡Eso es!... ¡Estás de vacaciones en tu propia ciudad!

 

Es mi truco. A veces en la llamada que me hace un conocido,

- ¿Dónde andas?

Les respondo:

- “En la frontera”.

 

 Funciona siempre, creen que estoy en los límites de un lejano lugar, pero estoy a veces entre el jardín y la terraza, o en la banqueta, pero siempre estoy en la frontera, en la frontera de la vida y la muerte. Yo sé eso, por eso me voy de viaje, (salgo de vacaciones) aun sin que use transporte público, yo estoy viajando como el viento, desde mi asiento frente a mi computadora, o andando entre el gentío.

 

 A la distancia de lo conocido, se le toma interés. Cada lugar visto es un conocimiento añadido. Tienes en tus recuerdos varios episodios, y cada uno es una biblioteca de vivencias, de sabiduría.

 

Si viajas, si caminas, si te mudas, emulas a los antiguos, los nómadas, los migrantes, los que, por razones de violencia, trabajo o antojo, cambiaban de lugar y residencia.

 

Además, cuando llegas a cualquier lugar, eres el extraño, la novedad, todo fascina.

 

Viajar es renovarse, como si pudiésemos, desprendernos escamas de nuestra piel, como las serpientes y adaptarnos a lo que sigue, el cambio constante.

 

 Recomiendo viajar, irse, moverse, jugar, bailar, soñar, ser inquieto. Cuando la muerte llegue a visitarles, se le haga complicado encontrarles. 

 

miércoles, enero 17, 2024

Recuerdas

 

Recuerdas aquellos días en que ansiabas la cruz

Sobre tu herida

De un extremo a otro de tu independencia.

En los extravíos cotidianos

en que la soltería era tu encierro.

Obediente animal asomándose a la cerca.

 

Recuerdas, el vigor con que me azotabas

Apasionado, errante

cadáver flotante sobre el mar,  

A veces.

 

Acero o espuma

Invierno o primavera

Salvación o condena

Repiqueteaban mis neuronas

 

Doloroso amor ya no me tienes

Y aún mis inquietudes humanas están vivas

Tu ventaja es ser perpetuo

Hoy cuasi_Inconsciente_reducido

Uno se entretiene más en versos que en acciones.

 

 

#EsdrasCamacho